«Y entonces decidiste que es hora. Nadie esta en tu casa, es el momento perfecto. Ahora está en tus manos. Antes de terminar con todo, tomas una hoja y un boli. Comienzas escribiendo palabras y más palabras. Tratas de explicar, disculparte, dices que lo sientes. Las lágrimas caen por tu cara sin parar, cayendo sobre la hoja y manchado algunas palabras. Tu corazón se endurece, ya que no quieres decir adiós a todo lo que más te gusta. Te obligas a ir por el mal camino de esos pensamientos. Es tiempo largarse. La carta está terminada. La leíste y lloras aún más. Dejas la hoja de papel sobre la cama, te sienta en el suelo, está frío. Las lágrimas aún están abajo de tu cara, y esta vez no puedes controlarlas. Ahora tu mente se centra en decidir dónde vas. Dos opciones están en tu mente. Pero decidiste la más común, la más fácil. En ese momento, miles de cosas pasan por tu mente. Coges la cuchilla y la deslizas por la muñeca, con todas tus fuerzas. Al principio nada sucedía, pero entonces un dolor palpitante se hace cargo de todo tu cuerpo. Sangre, una cantidad que nunca habías visto. Ese fue el final, sientes que la muerte se acerca y no tienes temor alguno, eso era de esperar. Dices adiós a todos. Y aún con todo ese dolor ardiente sonríes. Sonríes porque sabes que es el fin de todo tu dolor, todo tu sufrimiento. Todo terminaría, era el momento para ser feliz. A pesar de que estabas muy lejos de todo lo que habías soñado. Tus ojos se cierran lentamente, tu alma se separa tan grande que se rompió y se inició en el mundo de las drogas, a el le gustabas, pero no se avergonzaría delante de todos. Tu mejor amiga que lloraba y gritaba en tu funeral, se corta cada noche. Tu mejor amigo perdio el sueño y tiene que tomar medicamentos fuertes para llegar a dormir sólo tres horas por noche. Ambos se sienten inmensamente culpables por no poder ayudarte. Tu habitación está todavía allí, la carta todavía en la cama. Tu madre no se atrevió a leerla y aún con todos los recuerdos que esto puede causar, después de este último mes, ella decide entrar en tu habitación. La sangre esta todavía en el suelo, ella todavía puede verte allí, sin vida. Pasa y se va a la cama, se sienta y llora, coge tu almohada y siente el olor de tu recuerdo, llora aun más. Luego toma la carta, ve las letras borrosas y deduce que son causa de las lágrimas. Se necesita coraje para leer tus últimas palabras. Más lágrimas caen sobre el papel. Ella trata de entenderte. Pero no puede. Señala que todos estaban equivocados acerca de ti. Sobre todo no se dio cuenta lo que estaba sucediendo. Deja el papel
en la cama. Va hacía a fuera y coge un cubo de agua. Limpia la sangre. Ella no puede dejar de llorar. Pero ella trataría de cumplir lo que tu pediste en la carta, que sigan adelante. Ha pasado un año y las cosas han cambiado mucho. La depresión de tu madre se ha ido. Tu mejor amiga no se corta en meses. Tu mejor amigo duerme bien ahora. La ciudad no se ha olvidado de tu suicidio, pero nadie comenta. Las cosas se ven bien ahora. Un año sin ti, es un año de tristeza, un año de lágrimas. Visitan tu tumba y dejan flores. Ellos te echan de menos y siempre lo harán. Nunca se olvidarán de ti. Des tu sufrías en silencio, ellos fingieron que no le importaba nada, ni siquiera se preocuparon demasiado. Fue su error no preocuparse, sí, pero tu dolor fue demasiado lejos»
martes, 12 de noviembre de 2013
Piensa antes de actuar.
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